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Actualizado: 27 jul


Claude Saucedo


Cántame un nuevo canto.

Este mundo se transfigura

y el cielo, sin querer, regocija.


Te miro pasarme,

atravesarme,

como si no hubiera en mí

ya más hombre al qué mirar.

Vendrán los años como un río,

abrirán un paraíso inhóspito

distanciando nuestras almas.


Háblame del vuelo alto.

De los baldíos.

De yo cargar ladrillos

mientras ignoras las grietas

en nuestros puentes.

De mi desgranarme

hasta ser la aspereza

que roe en tu entraña.

De nuestro titilar miedoso

ante el verdor,

esa pirita orgánica

que nos desenfunda inquietas.

Nos fingimos orfebres,

nos sabemos actuando.


Te amo,

te amo pese a la incertidumbre

que eres.

Pero mi corazón ahora

no logra ser ni más que un puño.


¿Por qué ocultarte tras el mantel?

¿Por qué limpiar tu ceguera en él?

¿Por qué mostrarme sólo el pliegue

y no tus yagas de cobre, raídas?


Oh, dime por qué has decidido

llevarme hasta la góndola,

por qué arreglarme los cabellos,

clausurar cavidades,

pagarme el pasaje.

Qué extraño tender las manos

sabiendo que espera la herida.


El pudor fluye exiliado

entre dos pares de pulmones.

Se encarna en la fatiga,

suspira,

se acuesta sobre aquello gris

que somos.


Tanto sabor a urgencia

y pronto,

nada más que agua insípida.

Oh, tenemos dos ojos.

Oh, tenemos dos manos.

Contamos dos errores.


Y procuro no ver

aquello que ya venció.


¡Qué insoportable blancura

la profundidad blanquecina!

¡Qué hondo y llano

es el fango de tus follajes!


Así entonces te admiro,

y necia te admiro tanto.

Te adoro,

mi querencia caducifolia,

mi criatura marchita.

Perdóname el paisaje.




Claude Saucedo es un seudónimo a un poeta. Segundo lugar en los Concursos Interpreparatorianos de la ENP, de la Universidad Nacional Autónoma de México. De su autoría, el próximo poemario Jauría (Valparaíso Ediciones, TBD).



@semilla.de.jacaranda en instagram/Manuel Tuda


antes de irse, apague la luz.


sal, sal de ti, salgamos

sólo saliendo de nosotros mismos,

encontramos al otro.

sólo en otros,

hemos de encontrarnos

a nosotros mismos.

sólo en otros,

habremos de ser nosotros.


no puedo sujetarte

si me tengo a manos llenas



soltar

es

recibir.

soltarnos

es

sostenernos

sólo en otros podemos

entendernos,

querernos,

tenernos.


por eso sal,

sal para poder entrar,

sal.

sólo antes de irte,

no olvides apagar la luz.


m. tuda




Manuel Tuda es un arquitecto de formación que funge como poeta bajo el seudónimo online semilla.de.jacaranda. Ha producido artículos de opinión en IdentidadMX; ha trabajado en Gestión cultural desarrollando actividades como la curaduría, el mantenimiento, las exposiciones mismas, talleres, eventos y conciertos para la galería Anomalía; es actual miembro del equipo de la galería Saenger.



Federico García Lorca


A Juan Guerrero. Cónsul general de la Poesía


Los caballos negros son.

Las herraduras son negras.

Sobre las capas relucen

manchas de tinta y de cera

Tienen, por eso no lloran

de plomo las calaveras.

Con el alma de charol

vienen por la carretera.

Jorobados y nocturnos,

por donde animan ordenan

silencios de goma oscura

y miedos de fina arena.

Pasan, si quieren pasar,

y ocultan en la cabeza

una vaga astronomía

de pistolas inconcretas.

     *

¡Oh ciudad de los gitanos!

En las esquinas banderas.

La luna y la calabaza

con las guindas en conserva.

¡Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Ciudad de dolor y almizcle,

con las torres de canela.

     *

Cuando llegaba la noche,

noche que noche nochera,

los gitanos en sus fraguas

forjaban soles y flechas.

Un caballo malherido,

llamaba a todas las puertas.

Gallos de vidrio cantaban

por Jerez de la Frontera.

El viento, vuelve desnudo

la esquina de la sorpresa,

en la noche platinoche

noche, que noche nochera.

     *

La Virgen y San José

perdieron sus castañuelas,

y buscan a los gitanos

para ver si las encuentran.

La Virgen viene vestida,

con un traje de alcaldesa

de papel de chocolate

con los collares de almendras.

San José mueve los brazos

bajo una capa de seda.

Detrás va Pedro Domecq

con tres sultanes de Persia.

La media luna, soñaba

un éxtasis de cigüeña.

Estandartes y faroles

invaden las azoteas.

Por los espejos sollozan

bailarinas sin caderas.

Agua y sombra, sombra y agua

por Jerez de la Frontera.

     *

¡Oh ciudad de los gitanos!

En las esquinas banderas.

Apaga tus verdes luces

que viene la benemérita.

¡Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Dejadla lejos del mar,

sin peines para sus crenchas.

     *      


Avanzan de dos en fondo

a la ciudad de la fiesta.

Un rumor de siemprevivas

invade las cartucheras.

Avanzan de dos en fondo.

Doble nocturno de tela.

El cielo, se les antoja,

una vitrina de espuelas.

          *

La ciudad libre de miedo,

multiplicaba sus puertas.

Cuarenta guardias civiles

entran a saco por ellas.

Los relojes se pararon,

y el coñac de las botellas

se disfrazó de noviembre

para no infundir sospechas.

Un vuelo de gritos largos

se levantó en las veletas.

Los sables cortan las brisas

que los cascos atropellan.

Por las calles de penumbra,

huyen las gitanas viejas

con los caballos dormidos

y las orzas de monedas.

Por las calles empinadas

suben las capas siniestras,

dejando atrás fugaces

remolinos de tijeras.

En el Portal de Belén

los gitanos se congregan.

San José, lleno de heridas,

amortaja a una doncella.

Tercos fusiles agudos

por toda la noche suenan.

La Virgen cura a los niños

con salivilla de estrella.

Pero la Guardia Civil

avanza sembrando hogueras,

donde joven y desnuda

la imaginación se quema.

Rosa la de los Camborios,

gime sentada en su puerta

con sus dos pechos cortados

puestos en una bandeja.

Y otras muchachas corrían

perseguidas por sus trenzas,

en un aire donde estallan

rosas de pólvora negra.

Cuando todos los tejados

eran surcos en la tierra,

el alba meció sus hombros

en largo perfil de piedra.

          *

¡Oh ciudad de los gitanos!

La Guardia Civil se aleja

por un túnel de silencio

mientras las llamas te cercan.

¡Oh ciudad de los gitanos!

¿Quién te vio y no te recuerda?

Que te busquen en mi frente.

Juego de luna y arena.




Federico García Lorca fue un poeta, dramaturgo y prosista que vivió entre 1898 y 1936. Junto con poetas como Luis Cernuda, Pedro Salinas y Gerardo Diego, formó parte de la Generación del 27. Sus poemarios más importantes son Cancionero gitano y Poeta en Nueva York. Murió fusilado poco después del estallido de la Guerra Civil Española. De los poetas más influyentes en lengua española de todos los tiempos; el más relevante y popular del siglo XX.


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